Madre del Perpetuo Socorro: con gozo vengo a rezar a los pies de tu imagen santa y milagrosa. Mirándote nacen en mí sentimientos de confianza. En tus brazos, veo a Jesús, mi Salvador y mi Dios. Jesús es el Todopoderoso, el Señor de la vida y de la muerte, de quien procede toda gracia y verdad. El es el mediador entre Dios y los hombres, que siempre intercede ante el Padre por nosotros. Desde la cruz El nos regaló a ti, su Madre, como Madre nuestra en el seno de la Iglesia. Por eso, me dirijo a tí, y me pongo bajo tu protección, Madre del Perpetuo Socorro. Te suplico nos ayudes a todos nosotros a ser sus fieles discípulos, siguiendo el consejo que nos dejaste en Caná: "Hagan todo lo que El les diga". Escucha mi oración por la gracia especial que de ti pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios y mi salvación. Te rogamos con confianza, seguros de ser escuchados. Amén.
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