Madre del Perpetuo Socorro, mirando tu imagen, encontramos otro motivo de confianza. Tú apareces como la Madre de los Dolores. Tú estrechas entre tus brazos a Jesús crucificado en tu corazón antes de serlo en la carne. La vista de los instrumentos de la pasión lo hacen estremecerse; Tú sufres con El. Y esa fue la historia de toda tu vida. El anciano Simeón te había dicho el día de la Presentación de Jesús en el templo: "Una espada de dolor atravesará tu corazón". Así se comprende tu unión con los padecimientos de Cristo, como la Iglesia entera debe unirse con los sufrimientos de su Señor y Esposo. También nosotros debemos tomar parte en los sufrimientos de tu Hijo, para ser purificados, para tener parte en su mismo amor, por la gracia del Espíritu Santo. Viendo comollevas a Jesús sufriente. Tú nos invitas a valorar a tu Hijoy a decir con el apóstol: "me amó y se entregó por mí". De esta forma aprendemos a apreciar que hemos sido rescatados al precio de la sangre de Cristo, el cordero inmaculado. Madre del Perpetuo Socorro ayúdame a arrepentirme de mis pecados, de todas mis faltas de amor a Jesús, que nos amó sin límites. Dame la contricción de mis culpas y la voluntad de la conversión del corazón y de mi vida. Socórreme, para que con fe, esperanza y caridad sepa unir mis sufrimientos con los sufrimientos de la pasión del Señor. Madre de los dolores, escucha nuestra súplica. Amén.
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