Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y S. Alfonso (Parroquia de Tapes)
C/ Tapes 966 esq. Jujuy y S. Juan.
C.P. 11800.
Barrio Bella Vista.
Arquidiócesis de Montevideo - Uruguay.
Tel. 20235025.
Por consultas escribir al correo: comunidadtapes@gmail.com
domingo, 7 de noviembre de 2010
Siervo de Dios VICTOR LOYODICE (2)
El padre Loyódice conjugó el ministerio apostólico con su actividad literaria. Y aunque era grande el caudal de su ciencia no era menor el de su modestia. Poseía un profundo sentido del humor y don de gente. Quienes se le acercaban se retiraban de su lado edificados por su conversación. Era afable, complaciente y muy agradecido a cualquier servicio que se le prestara. Dedicaba mucho tiempo a confesar a los feligreses y estos le buscaban preguntando: "¿está el santo?". Su fama de santidad iba en aumento. La muerte no le halló desprevenido, todo lo contrario. Se encomendaba a diario a San José para alcanzar un tránsito feliz y dichoso. Y así fué. En su último día de vida pasó la tarde sentado en un sillón mientras los sacerdotes que lo acompañaban le sugerían algunas jaculatorias. Murió casi sin agonía con la mayor placidez y rodeado de frailes redentoristas. Eran las cinco y media de la tarde del día 10 de enero de 1916 cuando el padre Víctor Loyodice entregó su alma. "Colocaron el cadáver del llorado padre en el presbiterio de nuestra iglesia, encerrado en humilde ataúd y rodeado de luces. Vestido con el hábito de la Congregación, con el crucifijo entre los dedos, parecía dormir tranquilamente. Inmediatamente que circuló la noticia de su muerte por la ciudad, empezaron a llegar al templo toda suerte de personas; la muchedumbre que rodeaba su féretro tocaba a porfía al santo cadáver, rosarios, estampas y otros objetos; todos besando sus restos mortales, le aclamaban como santo; a tal extremo llegó el entusiasmo del pueblo que tuvieron que cerrar el ataúd, porque ya le habían comenzado a cortar parte de la ropa y de los cabellos, para llevárselos como reliquias. Fué sepultado en el cementerio de la Teja y posteriormente sus restos fueron trasladados con gran solemnidad a su parroquia de Tapes. Presidió la traslación el cardenal Barbieri y numerosos clérigos y fieles.
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