La Mision en Tapes
Junto a la Iglesia Arquidiocesana buscamos seguir cada vez con mayor fidelidad al Señor, que nos llama a trabajar con El para que la humanidad tenga Vida y Vida abundante.
Tenemos una certeza: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt.28,20). Es el Señor Resucitado, fuente de vida plena, que está presente en su Iglesia, y sigue hablando en este siglo XXI a los habitantes de nuestro barrio.
A la vez también tenemos un envío: “Vayan y hagan discípulos míos a todos los pueblos…” (Mt.28,19). Estas palabras se transforman en un imperativo de fe para todos los que han experimentado el llamado del Maestro a seguirlo.
Este Plan nos invita hoy a vivir un nuevo Pentecostés –abrirnos al impulso del Espíritu Santo- en nuestra comunidad donde cada uno descubra en sus dones su vocación y acción misionera; para comunicar a las personas, familias y al barrio (a los que se alejaron de la Comunidad y a los que nunca recibieron el anuncio de fe), el don del Encuentro con Jesucristo, en la comunidad viva de la Iglesia; que colmó nuestras vidas de sentido, de verdad y de amor, de alegría y esperanza.
“La Misión no es una tarea opcional, sino parte integrante de la identidad cristiana. La Misión es la razón de ser de la Iglesia y define su identidad más profunda” (DA 11). Por eso nadie debe sentirse fuera de la Misión. Todos tenemos un lugar desde el que, sabiéndonos Cuerpo de Cristo, asumimos la tarea misionera. Al asumir este compromiso libremente debemos acompañarlo de un testimonio de vida.
El testimonio no solamente es la coherencia entre fe y vida y que los demás vean que vivimos lo que predicamos, sino que testifiquemos nuestra propia fe, que nuestro anuncio explícito vaya cargado de nuestra propia experiencia personal y comunitaria de Dios.
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